Fundación Educacional Arauco:
35 años entregando mejor educación a las nuevas generaciones
Con más de tres décadas de trayectoria, la organización ha impulsado una mejor educación en las localidades en que ARAUCO tiene presencia, enfocándose en la formación docente y el apoyo a las escuelas.
Su labor ha beneficiado a miles de estudiantes y profesores, contribuyendo a un sistema más inclusivo y de mayor calidad.
En 1989, ARAUCO se embarcó en un proyecto que se alejaba de su actividad principal. Buscando promover el desarrollo de las comunidades en las que tenía presencia, en las regiones del Maule, Ñuble, Biobío y Los Ríos, dio vida a una iniciativa que tenía como principal objetivo disminuir las brechas educativas en aquellas zonas rurales que enfrentaban realidades desafiantes, y ser un agente de cambio en la vida de miles de niñas, niños y jóvenes.
Así, hace 35 años, nació Fundación Educacional Arauco, una entidad financiada por la filial forestal de Empresas Copec, que ha enfocado sus esfuerzos en el fortalecimiento de los docentes, proporcionando espacios de formación y desarrollo profesional a través de diversos programas que enriquecen sus habilidades pedagógicas y emocionales, esenciales para ejercer un impacto significativo en la sala de clases.
Un legado a las futuras generaciones
Los primeros años de Fundación Educacional Arauco estuvieron marcados por un contexto desafiante en el sector de la educación, donde las necesidades de infraestructura, materiales y formación eran significativas. En línea con esa realidad, se consideró que era necesario definir un foco claro que permitiera generar un impacto real y sostenible. Así, se optó por concentrar los esfuerzos en uno de los elementos clave, sino el más importante, para transformar las escuelas: los docentes.
Isidora Recart, quien es parte de la institución educativa desde 1991 y lidera al equipo como directora ejecutiva de la Fundación desde 2014, destaca que “el momento en que decidimos entregar herramientas a los formadores fue el primer paso para definir el impacto que buscábamos, ya que este iba a incidir directamente en el aprendizaje de los estudiantes, generando un efecto multiplicador que iba a ir más allá de la sala de clases y que, además, aportaba con una visión a largo plazo”.
Junto con capacitar a los docentes, la organización adoptó una estrategia integral que involucraba también a los directivos y a las familias. Así, se descubrió que para que una transformación fuera efectiva y sostenible debía abarcar a toda la comunidad estudiantil.
El siguiente paso que marcó los inicios de la institución fue garantizar que los contenidos y las metodologías aplicadas fueran de calidad y pertinentes a cada una de las realidades. “Para lograr este objetivo se trabajó desde el principio con profesionales expertos en diversas áreas, quienes colaboraban con los equipos internos de la Fundación para asegurar la relevancia y efectividad de cada programa”, precisa Isidora Recart. En paralelo, la evaluación se convirtió en una herramienta central, ya que tenía como objetivo medir el impacto y asegurar que los aprendizajes se ajustaran de forma continua a las necesidades de las escuelas.
En esos primeros años, también se tomó una decisión que sería clave en su historia: sumar la autoestima como un área fundamental del aprendizaje. “En una época donde este tema no se abordaba con la relevancia que tiene hoy, la Fundación apostó por una visión integral del desarrollo de los estudiantes, que abarcaba tanto aspectos académicos como socioemocionales”, destaca la directora ejecutiva.
Y así, a medida que avanzaba la década del 2000, se amplió el foco, reconociendo la importancia de las primeras etapas del desarrollo, incorporando el trabajo en la primera infancia bajo la premisa de que para que una trayectoria educativa fuera exitosa, los cimientos debían ser sólidos desde los primeros años.
“Durante el último tiempo hemos puesto grandes esfuerzos en garantizar la continuidad de los estudiantes y evitar la deserción, un tema crucial hoy en día para la equidad”, comenta Recart. Además, se ha mantenido un compromiso con el desarrollo integral de los estudiantes, lo que se refleja en su apoyo a las orquestas infantiles y juveniles. Desde sus inicios, la Fundación ha impulsado esta iniciativa, que actualmente apoya a siete orquestas en diversas localidades, promoviendo el desarrollo artístico y personal de los alumnos.
Desarrollo de habilidades para la educación
La labor principal de la fundación a lo largo de sus más de tres décadas de trayectoria se ha centrado en la creación de programas de formación. Así, desde la institución se imparten distintos programas de lenguaje, matemáticas y autoestima. Además, se ha buscado impulsar el trabajo con bibliotecas y bibliomóviles, apoyando a 19 comunas en cuatro regiones, proporcionando recursos y formación en mediación lectora, con la que se busca compartir prácticas, recursos y metodologías para acercar los libros a las localidades más alejadas, fomentando el hábito y gusto por la lectura.
Destacan también programas de primera infancia en diferentes localidades, así como también cursos de liderazgo pedagógico y directivo. Adicionalmente, durante la historia de la fundación se han realizado múltiples cursos cortos de actualización, seminarios, conversatorios e instancias de reflexión.
En cuanto a los programas más actuales, este año se habilitó el curso Dominio Lector, en el cual se han inscrito 4.948 profesores, y que enseña cómo evaluar la lectura oral para reconocer cuánto se ha avanzado y detectar de manera temprana a los estudiantes que requieren apoyo. “Es un curso online que ya ha certificado a 1.368 profesionales, convocando a 13 países y, en Chile, a 278 comunas de las 15 regiones del país, disponibilizando, además, una plataforma para registrar resultados en línea y el libro digital”, agrega Recart.
Un impacto sostenible
La fundación participa activamente en las regiones donde ARAUCO tiene presencia, en Maule, Ñuble, Biobío y Los Ríos, con especial énfasis en las escuelas rurales. En estas localidades, más del 75% de las escuelas municipales son rurales, atendiendo al 31% de la matrícula escolar. A nivel nacional, las escuelas rurales representan casi el 30% de los establecimientos educativos y el 8% de la matrícula del país, según cifras del Ministerio de Educación.
Estas instituciones, en su mayoría, se concentran en los niveles de 1° a 6° básico y muchas de ellas son de carácter multigrado, lo que significa que un solo docente debe enseñar a estudiantes de diferentes cursos en una misma sala.
En ese contexto, en términos de impacto, a lo largo de estos 35 años de historia, Fundación Educacional Arauco ha logrado beneficiar a más de 121.340 niños y jóvenes a través de su participación en 659 escuelas, de 34 comunas en las cuatro regiones donde está presente. A través de estos esfuerzos ha puesto a disposición 117 recursos técnicos en su plataforma web y ha capacitado a más de 6.000 profesores. Además, ha publicado casi un centenar de recursos educativos.
El impacto de la fundación ha sido evaluado a lo largo del tiempo, aunque la medición de su efecto en los lugares donde opera ha presentado desafíos producto de las particularidades del contexto, la complejidad de los programas y la diversidad de apoyos, especialmente en escuelas rurales con diferentes características y sin información histórica sistematizada. Sin embargo, en colaboración con el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, se desarrolló un estudio que buscó medir el impacto a largo plazo de las intervenciones de la fundación.
Los resultados de este estudio fueron alentadores, destacando que, de las 72 escuelas apoyadas, siete de cada 10 avanzaron positivamente en su desempeño educativo. Además, se revelaron mejoras significativas en los indicadores de aprendizaje, con un aumento equivalente a 0,6 años más de escolaridad en lectura y 0,4 en matemáticas.
Aliados con un mismo foco
La fundación ha logrado avances relevantes gracias al trabajo en conjunto con diversos aliados estratégicos. Como bien señala Isidora Recart: «Toda esta trayectoria no sería posible sin alianzas. Creemos firmemente en la importancia de trabajar en conjunto con otros actores, una convicción que nos ha acompañado desde el primer programa hasta el día de hoy». La colaboración público-privada ha sido clave en el éxito de las iniciativas, especialmente con los municipios y sus departamentos de formación, las direcciones provinciales y el Ministerio de Educación, que ha brindado su apoyo a través de diversas leyes.
La directora ejecutiva añade: «Las alianzas permiten sumar esfuerzos, articular acciones y crear las condiciones necesarias para mejorar la calidad de la educación, asegurando que los avances en los territorios se mantengan y se fortalezcan».
Fundación Educacional
Arauco ha logrado beneficiar
a más de 121.340 niños
y jóvenes a través de su
participación en 659 escuelas,
de 134 comunas en las
cuatro regiones donde está
presente.
Así también, la fundación ha logrado consolidar valiosas asociaciones con organizaciones de la sociedad civil y profesionales de excelencia. Estos vínculos han permitido la incorporación de conocimientos de vanguardia, fomentando la innovación y la mejora continua. «Esto nos ha impulsado a estar al día con los avances educativos, permitiéndonos adaptarnos a las necesidades actuales», subraya.
El objetivo de
la Fundación es
continuar siendo
parte de los proyectos
y desafíos de miles de
estudiantes.
Con la mirada en el futuro
De cara a los próximos años, Fundación Educacional Arauco sostiene su compromiso con la educación pública. En esta línea, Isidora destaca: “Queremos seguir fortaleciendo las alianzas y colaborar con iniciativas nacionales que apunten a la construcción de la educación que todos buscamos para el país. Nuestro objetivo es continuar siendo parte de los proyectos y desafíos de miles de estudiantes”.
A pesar de los avances, los retos siguen siendo significativos, ya que, aunque se han logrado mejoras académicas, problemas como la asistencia, la repitencia y la deserción escolar aún persisten, incluso en las escuelas de mejor rendimiento, destaca la ejecutiva. “Es fundamental que las políticas educativas se implementen de manera más robusta y sistemática para abordar estos problemas de raíz”, destaca.
«Con estos esfuerzos no solo ayudamos a las generaciones de estudiantes a alcanzar su máximo potencial, sino que también trabajamos para lograr una educación de mayor calidad, que no sea solo un ideal, sino una realidad», señala Isidora Recart, resaltando que el sueño de un país con mayor equidad, donde todos puedan desarrollar su máximo potencial, es la fuerza que ha guiado a la fundación desde su creación. “Sabemos que una mejor educación es el motor para lograr la igualdad de oportunidades en Chile y esa convicción sigue siendo nuestra inspiración diaria, motivándonos a proyectarnos con optimismo hacia el futuro”, concluye.