Compliance: ¿Qué significa?
Cultura de compliance: Una apuesta hacia un futuro más sustentable
Por Macarena Navarrete, socia principal de EY Chile
Es abogada y Country Managing Partner de EY Chile. Es miembro del Consejo de Inclusividad de las Américas de EY y del Board Regional de América Latina Sur de EY. Además, forma parte del directorio de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio, del consejo de SOFOFA, del consejo consultivo de la Fundación Pro Bono, de Inbest y del Círculo de Finanzas de Icare. Ha sido elegida seis veces como parte de las
“100 Mujeres Líderes en Chile”, y es panelista en Radio Infinita y columnista en “El Mercurio”.
El compliance corporativo es un elemento esencial del buen gobierno y una prioridad estratégica para la mayoría de las organizaciones en la actualidad. Más que nunca, las juntas directivas y los ejecutivos C-suite deben responder a la creciente presión y escrutinio de los stakeholders para proporcionar evidencia tangible de que están abordando de manera efectiva sus riesgos de cumplimiento. Es una exigencia esencial para fomentar la confianza entre accionistas y ejecutivos, empresas y empleados, proveedores y socios y, en general, para preservar la legitimidad de la empresa al interior de la sociedad en la que se desarrolla.
En un contexto en el que la situación económica, regulatoria, social y de clima ético a nivel global –junto con el aumento de las expectativas de todas las partes interesadas del negocio con respecto a la integridad efectiva y la gestión del cumplimiento– han impulsado el compliance corporativo a la vanguardia de las prioridades de las empresas, las organizaciones se dan cuenta de la necesidad de establecer e incorporar principios y políticas de gestión eficaz del compliance en el entramado de sus operaciones diarias, como un requisito básico para no solo satisfacer las necesidades del entorno de negocios actual, sino para estar a la altura de los desafíos que el nuevo escenario corporativo y social demanda, lograr impulsar mejores desempeños del negocio y propiciar el éxito de la empresa. De acuerdo con el más reciente reporte de EY sobre Integridad Global 2022, un récord de 97% de los encuestados está de acuerdo en que es importante que sus organizaciones demuestren integridad corporativa.
Existirá siempre la tentación “táctica” de abordar el cumplimiento de manera reactiva en respuesta a eventos tales como acciones regulatorias, investigaciones criminales y litigios, en lugar de hacerlo proactivamente. Este enfoque puede resultar en aumento de costos, en la no aceptación por parte de los colaboradores y otros stakeholders, y en responsabilidad legal y exposiciones públicas negativas. Y esto es especialmente cierto en esta época, en la que a los retos de la operación diaria se suman, además, desafíos globales y, en particular, una pandemia que ha modificado tantos aspectos de la vida y la manera en que trabajamos, afectando en muchos casos de manera negativa a las organizaciones. Según el mismo reporte de EY, un 55% de los encuestados consideró que los estándares de cumplimiento se mantuvieron iguales o empeoraron en los últimos 18 meses. Y es que, ante la emergencia del Covid-19, las regulaciones cambiantes y el aumento de la aplicación y adopción de nuevas tecnologías, las organizaciones que desean construir y mantener regímenes de cumplimiento deben pensar en estructuras ágiles y adaptables a los constantes cambios de la nueva normalidad.
Contar con una infraestructura de cumplimiento ágil que permita enfrentar estos escenarios se hace más necesario que nunca para evitar un retroceso en los avances que se han logrado en esta materia. Las empresas que actúan con integridad y aplican eficazmente principios y políticas de gestión del compliance tienen una ventaja comercial y reputacional en sus operaciones diarias, por cuanto la integridad y el manejo del cumplimiento ayudan a las empresas a gestionar el riesgo, investigar posibles malas prácticas, medir las implicaciones financieras cuando surgen problemas y transmitir persuasivamente un genuino compromiso de integridad a la sociedad y a los miembros de la propia empresa.
Desde el punto de vista del compliance, es decisivo pensar en la integración y alineación del cumplimiento en lo que se refiere a todos los riesgos relevantes para nuestros negocios, y contar con regulaciones clave, tales como normativas antisoborno/anticorrupción, sobre privacidad de datos y protección de datos, sobre libre competencia, así como regulaciones específicas, propias de una determinada industria o de la ubicación geográfica de la empresa, las cuales pueden tener un gran impacto en la estrategia de cumplimiento y su eficacia. En términos generales, el cumplimiento incluye tanto requisitos obligatorios –tales como leyes y reglamentos–, como voluntarios y requisitos específicos autoimpuestos por la empresa, como políticas y procedimientos, compromisos públicos y obligaciones contractuales. Evaluar e incorporar un programa de prevención y una cultura corporativa de ética e integridad ayudan a las organizaciones a mantenerse al día con el cumplimiento global que cada vez demanda más acciones y nuevos objetivos.
Pero no solo eso. Con los desafíos vividos en los últimos años, muchas empresas han optado por invertir más en iniciativas de integridad y compliance. Aun así, para asegurar resultados efectivos, estas iniciativas deben venir acompañadas con una apropiada comunicación hacia todos los niveles de la organización y la creación de una cultura y conciencia sobre las políticas de cumplimiento. Y es aquí donde el foco en la persona se hace imperativo –algo en lo que desde EY creemos y trabajamos a diario con ímpetu– para garantizar transformaciones genuinas hacia un nuevo paradigma de integridad y compliance. Crear una cultura profunda de integridad se basa en reforzar vínculos entre las capas más antiguas de la organización y los más jóvenes.
El entorno empresarial se vuelve más complejo: entre países, idiomas, culturas, normativas nacionales y líneas de negocios, existe siempre el riesgo de que los programas de cumplimiento no estén a la altura de los desafíos impuestos por estas realidades. Contar con un marco de compliance claramente definido ayudará no solo a que las inversiones en infraestructuras y capacitaciones, y que las personas sean altamente productivas, sino también a aprovechar las oportunidades de la tecnología y mejorar la toma de decisiones estratégicas a través de funciones de cumplimiento independientes que puedan desarrollarse siempre en referencia a ese marco global. Las organizaciones pueden utilizar datos e inteligencia artificial para identificar posibles desviaciones en las operaciones diarias de una unidad de negocio, equipo o departamento. Estas pueden ser señales de advertencia tempranas de una cultura corporativa inconsistente o que se erosiona. La habilitación digital y la automatización también son componentes clave del éxito, e invertir en servicios tecnológicos que incluyen monitoreo, análisis e informes ayudará a mejorar la gestión del cumplimiento y los programas de capacitación.
La integridad y el compliance en los negocios no se satisfacen marcando casillas de cumplimiento y gestión de riesgos en una lista de pendientes: se trata de proteger a la organización, sus activos y su reputación, todo lo cual impulsa un valor sostenible y determinará el éxito empresarial a largo plazo. La integridad corporativa debe ser un imperativo cultural. Se trata de crear una cultura que apoye la toma de decisiones éticas. La integridad genera confianza, guía a las organizaciones a administrar los datos bien, protege contra la tentación de obtener ganancias a corto plazo a expensas del comportamiento ético y produce un sano “orgullo corporativo”, que hace más atractiva a la organización para atraer nuevos talentos.
La buena gobernanza y la transparencia son esenciales para la confianza que debe transmitir la empresa a los mercados de capitales, a los stakeholders y a la sociedad en general. Se trata de un requisito que, desde las empresas, debemos cumplir para aportar al desarrollo de los entornos de negocios, empresariales, de trabajo y las comunidades que queremos, sobre la base de procesos más transparentes, éticos y sustentables, que construyan la base de un presente y futuro más provechoso para todas las personas.