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«¿Dónde están los inconformistas?», por Eduardo Navarro

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Cuando hablamos de crecer, estamos expresando algo mucho más profundo que simplemente expandir nuestra economía. Es más que un número que consolida la cantidad de bienes y servicios creados. Crecer es aspirar a construir un país que ofrezca reales oportunidades para todos, es permitir elevar la calidad de vida de las personas, donde estas puedan vivir seguras y libres, desarrollando plenamente sus proyectos personales y familiares.

En la foto: Eduardo Navarro, gerente general de Empresas Copec.

Y, a pesar de que se han levantado muchas voces para resaltar la relevancia de esta tarea, pareciera que nos estamos resignando a vivir en un país con un escenario completamente opuesto.

Chile atraviesa una compleja situación económica, acumulando una década de bajo crecimiento, que ha llevado a algunos a celebrar, con cierto conformismo, un modesto incremento del PIB del 2,6% en 2024. Esta cifra, evidentemente insuficiente, debiera incentivarnos a realizar, con determinación, profundos cambios. Muchas veces nos detenemos a señalar las malas regulaciones y los altos niveles de incertidumbre como condicionantes de la falta de inversión. Pero, sin duda, más allá de mejoras a diversos cuerpos legales que permitan fomentar el emprendimiento, así como entender que las certezas son imposibles en el mundo de los negocios -más aún con los vientos de proteccionismo que estamos viviendo-, crecer requiere de algo tan humano como la convicción. En este caso, la firme creencia de lo virtuoso que es el crecimiento. Claro, el crecimiento no lo es todo, pero sí una herramienta facilitadora para hacer realidad los sueños, los sueños de todos. Los sueños de los que estamos hoy y, especialmente, de los que estarán mañana.

Es precisamente aquí donde nuestro propósito corporativo, “Forjar un mundo para las futuras generaciones”, cobra aún mayor relevancia. Empresas Copec no solo busca contribuir al desarrollo económico, sino también asumir activamente la responsabilidad en la construcción de un futuro más próspero, seguro y sostenible. Nuestra mirada está puesta no solo en el desarrollo de hoy, sino en quienes vendrán después de nosotros, para que esas generaciones puedan tener acceso a mayores oportunidades. Trabajamos por la esperanza, la cual estamos todos convocados a recuperar.

Con esta visión, en nuestro caso, hemos asumido liderazgos concretos, realizando en el último tiempo importantes inversiones a nivel local y en otros países. Inversiones que demuestran nuestro compromiso con ese futuro. Expansiones de empresas chilenas en mercados relevantes, como el proyecto iniciado por ARAUCO en Brasil, epicentro de la industria forestal, o el arribo de Abastible a la Península Ibérica, región que tanto nos puede enseñar en transición energética. Apuestas estratégicas que nos posicionan en los escenarios más

relevantes para nuestras dos principales áreas de negocios, abriendo nuevas oportunidades de impacto, cooperación y aprendizaje.

Levantamos la mirada para proyectar nuestras actividades con ambición, entendiendo nuestras responsabilidades. Así, a través de las filiales estamos liderando la transformación energética en Chile, impulsando un cambio hacia un futuro más sostenible mediante el uso de energías limpias, fortaleciendo constantemente la infraestructura de carga eléctrica en el país y potenciando un transporte público sustentable, energizando a poco más de la mitad de los buses eléctricos en Santiago. En esta misma línea, ARAUCO está implementando soluciones que combinan tecnología y sustentabilidad. A través de Arauco Ventures lanzó Lemu Nge, el primer satélite dedicado exclusivamente al monitoreo de la biodiversidad, y adquirió una participación mayoritaria en TreeCo, start-up dedicada a mejorar genéticamente los árboles para aumentar su captura de CO₂ y eficiencia hídrica. Todas estas iniciativas demuestran que el crecimiento puede y debe ser virtuoso, integrando innovación, sostenibilidad y visión de largo plazo.

Crecer requiere de algo tan humano como la convicción. En este caso, la firme creencia de lo virtuoso que es el crecimiento. Claro, el crecimiento no lo es todo, pero sí una herramienta facilitadora para hacer realidad los sueños, los sueños de todos. Los sueños de los que estamos hoy y, especialmente, de los que estarán mañana.

Pero en Empresas Copec somos incorformistas. Siempre buscamos ir más allá. Y seguir por esta senda exige más que grandes iniciativas empresariales. Requiere la articulación y el esfuerzo coordinado entre distintos sectores de la sociedad. Durante la primera década de los 2000, Chile se posicionó como la primera economía de la región a punta de trabajo, resiliencia, creatividad y ambición. El país lideraba los rankings de crecimiento; ocupaba posiciones destacadas en cuanto a innovación y facilidad para hacer negocios; se distinguía entre los más seguros de la región; era admirado y percibido entre sus pares por el funcionamiento de sus instituciones, y protagonizaba casos de estudio en universidades de primer nivel mundial, como ejemplo de un país que daba pasos agigantados hacia el desarrollo.

Hemos ido perdiendo todo aquello. Hoy, cada vez más, nos aquejan problemas graves, que nos hacen ir mimetizándonos con el resto de los países emergentes. Ello, en un contexto actual donde el crecimiento de Chile se ubica por debajo del promedio mundial. En consecuencia, no es bueno conformarse, ni menos celebrar.

Necesitamos abandonar la resignación y reencontrarnos con ese histórico apetito transformador que nos marcó durante las últimas décadas. Debemos superar la desconexión entre política, empresa y sociedad, generando consensos sólidos que permitan avanzar hacia un proyecto de desarrollo compartido. Esto exige un sector privado activo y movilizado, un Estado moderno y ágil, liderazgos políticos que pongan el acento en aquello que nos une y una ciudadanía comprometida con el futuro del país.

Y hay elementos esperanzadores. Sabemos que Chile cuenta con empresas de clase mundial en industrias que serán clave en el futuro del planeta y que responden bien a los intereses del

consumidor global actual. El cobre y el litio son fundamentales para la transición energética; la industria forestal aporta con productos sostenibles y absorción masiva de carbono desde la atmósfera; el desierto, los vientos, los ríos y las aguas chilenas son fuentes cuantiosas y competitivas de energías renovables; las maravillas naturales del país ya lo han posicionado como destino de excelencia para el turismo de naturaleza; el sector financiero es profundo y sofisticado; los tratados internacionales, aun en el volátil ambiente del comercio internacional actual, nos mantienen abiertas las puertas de los grandes mercados globales, y su sistema democrático -mejorable, por cierto- se encuentra entre los más sólidos de la región.

En un año que estará marcado por las elecciones presidenciales, tenemos la oportunidad de instalar estas inquietudes en el debate público. Es tiempo de recuperar una narrativa convocante, en que participemos todos los estamentos de la sociedad, y que sea optimista, decidida y soñadora. Este espíritu debe ser nuevamente nuestra bandera, impulsando el emprendimiento, fortaleciendo nuestros sistemas productivos y promoviendo la innovación como motor esencial de desarrollo.

Por eso, cuando nos preguntamos “¿cómo crecer?”, nuestra respuesta es clara: apostando al futuro, con base en nuestras bondades económicas, técnicas y sociales, pero, por sobre todo, con ambición, visión, coraje y, fundamentalmente, con convicción.

Estamos seguros de que aún es posible soñar y construir un mañana mejor.

El conformismo nos inmoviliza y es enemigo del crecimiento, que si bien no es un fin en sí mismo, sin crecimiento no hay progreso, desarrollo, felicidad ni bienestar para las personas. No nos conformemos con menos. No más conformismo.

En Empresas Copec somos incorformistas. Siempre buscamos ir más allá. Y seguir por esta senda exige más que grandes iniciativas empresariales. Requiere la articulación y el esfuerzo coordinado entre distintos sectores de la sociedad.

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