Un ejemplo de empresa familiar
Fasa Group: Historia de un viaje memorable
Después de cuatro décadas de trayectoria, la empresa brasileña FASA Group, que comenzó produciendo harina de huesos, fue vendida a un gigante mundial, y valorizada en más de US$ 500 millones. Una historia que trasciende, no solo por el éxito económico que significó para sus accionistas como Corpesca do Brasil, empresa controlada por Inversiones Caleta Vitor, sino por el testimonio de esfuerzo y superación de su fundador.
Valdir José Federhen, fundador y accionista principal de FASA Group, tenía solo 19 años cuando comenzó su incursión en la industria del rendering.
Con más esfuerzo que experiencia, el joven partió fabricando harina de huesos junto a su familia y unos pocos empleados. Nunca imaginó que terminaría construyendo una compañía líder en la producción de concentrados proteicos de alta calidad, utilizados para la alimentación animal, además de grasas y aceites para la industria del biodiésel.
En mayo de este año, la empresa brasileña fue vendida en aproximadamente 2.800 millones de reales brasileños, que se traducen en más de US$ 500 millones, además de otros ajustes y un pago eventual adicional basado en los resultados financieros de la compañía de los próximos 3 años. Sin duda, un negocio exitoso para sus accionistas, como Corpesca do Brasil, que en 2016 ingresó a FASA adquiriendo un 30% de su propiedad.
Lo más destacable de FASA es su historia de superación, el impacto que generó en la comunidad al convertir desechos y residuos contaminantes en productos de valor añadido, y cómo se transformó -con muy pocos recursos- en un negocio relevante y sustentable para el desarrollo de importantes estados de Brasil.
“Sorprende positivamente ver a una familia trabajando tan humildemente y comprometida, y tan cercanos con sus colaboradores. Una administración sencilla, directa y participativa, pero que supo abrirse al mundo y a nuevos socios”, comenta Felipe Zaldívar, gerente general de Inversiones Caleta Vitor.
Buenos socios
FASA Group fue vendida a una filial de Darling Ingredients, compañía estadounidense que cotiza en Bolsa y convierte subproductos y desechos de origen animal en productos sostenibles que se ofrecen en los mercados de la salud, nutrientes, bioenergía y servicios.
Para Valdir, la venta de la compañía significa el final de un viaje exitoso. “Logré todo lo que alguien podría desear en una situación como esta:
Apoyo familiar, amistad de los socios que formaron parte de esta historia y éxito financiero”, señala el emprendedor, destacando como un factor clave de su crecimiento los socios y profesionales con los que trabajó, partiendo por su madre, hermana, sus hijos, sobrinos y su amigo Waldir Antonio Zarth.
De la fabricación de harina de hueso, la empresa se amplió a la industria de grasas, invirtiendo en nuevas tecnologías. Durante esta transición, la incorporación de Thor Maquinas e Montagens, a través de Mauro Wagner, como director del grupo, fue esencial para seguir expandiéndose, implementar equipos más sofisticados y levantar oportunidades para la adquisición y construcción de nuevas plantas en otros estados.
En 2010 se integran FAROS de Brasil y SAPI de Italia, ambos líderes en el sector del reciclaje de subproductos animales. De la mano de esta asociación, la compañía comenzó su proceso de consolidación en el mercado brasilero de grasas y proteínas, como también en el de exportación.
Con la llegada de la filial brasilera de Inversiones Caleta Vitor en 2016, FASA adquirió un nuevo impulso, doblando su volumen de operaciones e infraestructura. De 618 mil toneladas de materia prima procesada en 2015, alcanzó 1,3 millones de toneladas en 2021; de ocho fábricas de proceso, aumentó a 14 en operación y otras dos actualmente en construcción. Así, también, pasaron a tener más de 600 camiones para la recolección de residuos y una planta de biodiésel con una capacidad de 180 mil m3 por año.
A esta sociedad virtuosa se integró en 2020 Oleoplan, una de las compañías brasileñas más destacadas en el sector de producción de biodiésel. La entrada de Oleoplan significó la dilución de los accionistas en la propiedad de FASA, con lo que Corpesca do Brasil bajó su participación a un 24%.
“Entre el año 2016 y el año 2021, el EBITDA de la compañía en moneda local se multiplicó por cuatro, lo que refleja una extraordinaria creación de valor”, relata Zaldívar. Este comportamiento captó la mirada de Darling Ingredients que, a través de su adquisición, advirtió la posibilidad de posicionarse como una empresa líder en América en el suministro de grasas y aceites de desecho bajos en carbono para la producción de diésel renovable.
Para Felipe Zaldívar, la transformación de este negocio en un modelo de economía circular le da un valor adicional. FASA no solo recolecta y transforma los desechos de origen animal, como bovinos, porcinos, aves y pescados, también se hace cargo del aceite de las cocinas para convertirlo en un ingrediente útil para la industria de la higiene, limpieza y biocombustibles.
Además, las diferentes fábricas en sus procesos consideran el reciclaje de sus residuos líquidos, los que luego de ser tratados se utilizan para regar y fertilizar plantaciones de eucaliptos los que, a su vez, son utilizados como combustible para el funcionamiento de las calderas de sus plantas, mostrando una coherencia en todo el proceso.
“Creo que hemos sido buenos escogiendo a nuestros socios y la clave es que siempre hemos trabajado con ellos antes de asociarnos. Con la familia Federhen nos conocíamos desde el 2008 y nuestra relación con la familia Rinaldi, dueños de Sapi, data de los años 80, desempeñando ellos la distribución en Italia de la harina de pescado producida por Corpesca desde esa época. En el desarrollo de estas relaciones uno va viendo si hay cosas en común y valor en las propuestas. Esto tiene que ver con juntar habilidades y que cada socio aporte con sus fortalezas”, comenta Felipe Zaldívar.
Desafíos y aprendizajes de la travesía
Durante los inicios del negocio, Valdir Federhen nunca imaginó la magnitud que aquel alcanzaría. Había trabajado como camarero en un hotel, como vendedor de pasteles en la calle, entregando y montando muebles, y en un pequeño emprendimiento de crianza y engorda de pollos. Para él, este era solo otro trabajo en el que esperaba crecer, pero gracias a su perseverancia y al apoyo de su familia prosperó y salió adelante.
“Vendimos la empresa no por motivos financieros, sino porque sentimos que este viaje se completó, porque es una empresa totalmente saludable, con un equipo calificado para continuar el negocio”, comenta.
Los desafíos siempre estuvieron presentes en esta travesía. Durante los primeros años de la compañía, una de las mayores dificultades que tuvieron que enfrentar -cuenta Valdir- fue la discriminación de las comunidades debido al trabajo con huesos, que en su mayoría provenían de animales sacrificados en el campo y recolectados en pequeños mataderos.
“Estos productos tenían mal olor, porque no se almacenaban correctamente, siendo considerados como basura, y las personas que trabajaban en esto tampoco eran bien vistas”. A lo anterior se sumó el poder contar con equipos adecuados para cada producto y fabricar a bajo costo, reducir los impactos en el medioambiente y cumplir con los estándares de calidad y las reglas sanitarias para transportar e industrializar estos materiales.
Para Valdir, construir una organización sólida es un viaje extenso, donde siempre se debe pensar en el largo plazo. Un consejo -propone- es construir una relación sólida con los proveedores y clientes, y valorar a las personas que forman parte del equipo. “No solo pagando su salario, sino siendo un apoyo para ellos y sus familias. El trabajador debe tener la sensación de que la empresa es su puerto seguro y saber que en momentos de dificultad puede contar con ella”.
