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ARAUCO y su nueva estrategia frente a incendios forestales: La anticipación es la clave

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Ante un escenario climático cada vez más desafiante, ARAUCO impulsa permanentes innovaciones en su forma de enfrentar los incendios forestales, integrando tecnología de vanguardia, trabajo territorial y cultura preventiva como pilares para anticiparse al riesgo y colaborar en la protección de vidas, comunidades y ecosistemas.

Chile ha sido testigo de un aumento en los incendios forestales, inducidos por condiciones climáticas cada vez más extremas: veranos más calurosos, vientos intensos y una humedad en descenso. La tormenta perfecta para la propagación del fuego.

Esta situación no ha dejado indiferente a ARAUCO que, ante este nuevo escenario, decidió impulsar innovaciones en su estrategia para gestionar el riesgo, incorporando un enfoque estructural centrado, aún más, en la prevención.

Durante décadas, la compañía enfocó sus esfuerzos en fortalecer sus capacidades de respuesta y combate. Hoy, el eje está, además, en anticiparse: construir protección antes de que el fuego llegue y trabajar junto a otros actores por este propósito común. Así, la prevención se ha consolidado como un pilar estratégico del sistema de manejo forestal.

El punto de inflexión fue claro: los incendios de la temporada 2016-2017, que abarcaron más de 570 mil hectáreas a nivel nacional, desde las regiones de O’Higgins hasta el Biobío. La magnitud de los daños y su impacto social encendieron las alarmas en todos los actores: comunidades, autoridades y sector privado.

Desde ese momento, ARAUCO inició una reformulación integral de su estrategia preventiva, incorporando múltiples dimensiones: tecnología, planificación territorial, trabajo con comunidades, capacitación especializada y rediseño del paisaje productivo.

En este video podrás conocer cómo las Brigadas contra incendios de ARAUCO se preparan con modernos simuladores de realidad virtual.

Además, la naturaleza de los incendios también ha cambiado. Aunque casi el 99% de ellos en Chile tiene origen humano, el cambio climático ha intensificado su comportamiento. Las temporadas se han vuelto más prolongadas y los eventos, más extremos.

ARAUCO inició una reformulación integral de su estrategia preventiva, incorporando múltiples dimensiones: tecnología, planificación territorial, trabajo con comunidades, capacitación especializada y rediseño del paisaje productivo.

Hoy se habla de incendios de “sexta generación”: fenómenos catastróficos, de altísima intensidad, que surgen en contextos de sequía prolongada y alteraciones climáticas, pudiendo extenderse rápidamente y afectando superficies que superan las 100 mil hectáreas.

Este nuevo escenario representa un gran desafío. Actualmente, ARAUCO protege un patrimonio forestal superior al millón de hectáreas de bosque nativo y plantaciones en el país, los que, a la vez, están rodeados de 13 millones de hectáreas de terceros, con el consecuente riesgo de propagación. Sobre ese territorio viven y trabajan miles de personas. En este contexto, el propósito de la compañía es claro: proteger la vida, la integridad física, el medioambiente y el patrimonio de las comunidades.

Un cambio de paradigma

Uno de los pilares centrales de esta transformación es la prevención entendida como cultura organizacional. Desde la planificación silvícola hasta las decisiones operativas, todos los procesos están basados en una lógica anticipatoria. La preparación de entornos seguros, el diseño estratégico de cortafuegos, la reducción del material vegetal inflamable y el ordenamiento territorial son parte del trabajo que busca evitar una rápida propagación de las llamas.

EN LA FOTO: Ramón Figueroa, subgerente de Protección de Incendios de ARAUCO.


Ramón Figueroa, subgerente de Protección de Incendios de ARAUCO, destaca que esta estrategia se sustenta en múltiples ejes: “Incluye prevención social con las comunidades, manejo intensivo de la vegetación, implementación de cortafuegos y reemplazo de torres por cámaras con inteligencia artificial. Además, se promueve el trabajo colaborativo entre empresas forestales, organismos públicos, municipios y ciudadanía”.

A su juicio, la prevención es la base de todo. “Es parte central del enfoque sostenible de la compañía”, enfatiza.

La tecnología ha sido un componente clave. ARAUCO ha desplegado más de 160 cámaras robotizadas con inteligencia artificial, capaces de detectar humo en menos de dos minutos, conectadas a plataformas de monitoreo en tiempo real. A ello se suman un sistema de detección satelital, drones de vigilancia nocturna, simuladores de comportamiento del fuego y softwares predictivos. Estas herramientas permiten una detección temprana, anticipar focos críticos, disminuir tiempos de respuesta, optimizar recursos y tomar decisiones con mayor precisión.

ARAUCO ha desarrollado una Red de Gestión Territorial con la cual elaboran planes locales de prevención, se realizan simulacros, se construyen mapas de riesgo y se fomenta la autogestión.

Pero ningún sistema es efectivo sin personas capacitadas. La compañía ha realizado una fuerte inversión en formación técnica especializada y hoy cuenta con más de 1.200 brigadistas profesionales entrenados en técnicas de combate forestal, y el apoyo de 700 brigadistas silvícolas.

Además, junto a CORMA (Corporación Chilena de la Madera), se impulsa la capacitación de 10.000 bomberos voluntarios en técnicas específicas para este tipo de incendios. Las brigadas trabajan con protocolos estandarizados, equipamiento especializado y planificación táctica basada en simulaciones. El combate mecanizado también se ha potenciado con maquinaria preparada para operar en escenarios complejos y reducir el riesgo humano.

Comunidades locales como socios estratégicos

El trabajo con los territorios se ha convertido en un pilar fundamental. ARAUCO ha desarrollado una Red de Gestión Territorial que integra más de 494 comités distribuidos en distintas regiones del país. Junto a ellos se elaboran planes locales de prevención, se realizan simulacros, se construyen mapas de riesgo y se fomenta la autogestión. “El 45% de los incendios que combatimos no ocurren en terrenos propios. Por eso, el trabajo con los territorios es clave”, subraya Figueroa.

Según cifras de la empresa, el 53% de las mejoras implementadas en terreno han sido realizadas directamente por las propias comunidades. Esta red, con más de ocho años de consolidación, está presente en 96 comunas y beneficia a más de 317 mil personas. Un equipo de gestores acompaña este proceso, apoyando la identificación y gestión de riesgos a nivel local.

El enfoque también contempla una articulación institucional sólida. ARAUCO colabora activamente con CONAF (Corporación Nacional Forestal), CORMA, municipios, universidades y otros organismos públicos, como SENAPRED (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres). Los procesos de planificación comienzan en invierno, a través de mesas de coordinación público-privadas, donde se definen estándares preventivos.

La coordinación entre las empresas forestales asociadas a CORMA y organismos del Estado ha fortalecido significativamente las capacidades operativas en la prevención y el combate de incendios.

Un ejemplo concreto de esta colaboración es el acceso que las empresas socias de CORMA comparten con CONAF a alrededor de 240 cámaras robotizadas con inteligencia artificial, las cuales permiten ampliar el alcance de la detección temprana más allá de las propias zonas forestales industriales.

Asimismo, las centrales de operaciones para el combate de incendios de las empresas asociadas a CORMA y de CONAF trabajan de manera coordinada, facilitando una respuesta conjunta más eficiente cuando se enfrentan focos compartidos.

Esta sinergia se refuerza, además, con el uso de pistas y helipistas que las empresas forestales ponen a disposición del sistema de protección, consolidando así un ecosistema de colaboración robusto y alineado frente al desafío común que representan los incendios forestales.


Fredy Rojas, encargado de Protección Contra Incendios de ARAUCO, destaca que, en un entorno que requiere el trabajo conjunto de distintos actores que responden a emergencias -como Bomberos, CONAF y empresas- es fundamental hablar el mismo idioma y actuar de manera coordinada. “Por eso trabajamos bajo el Sistema de Comando de Incidentes, que nos permite definir roles y protocolos. Además, se refuerza la preparación de entornos, la autoprotección del bosque y la formación técnica de las brigadas”, explica.

En ese ámbito, agrega que los brigadistas reciben formación estandarizada, basada en programas reconocidos internacionalmente, equivalentes a los aplicados en EE.UU.

EN LA FOTO: Fredy Rojas, encargado de Protección Contra Incendios de ARAUCO.

“La capacitación incluye meteorología, comando de incidentes, combate aéreo, uso de tecnología, seguridad y acondicionamiento físico”, detalla.

Estas alianzas permiten también compartir aprendizajes, recursos y experiencias. Tras cada temporada, se realiza un análisis basado en Big Data que evalúa tiempos de respuesta, efectividad operativa y rendimiento de recursos, ajustando los indicadores del sistema.

Resultados que evidencian impacto

Los efectos de esta transformación son esperanzadores. Durante la temporada 2023-2024, los incendios combatidos por la compañía disminuyeron en un 42% y la superficie afectada fue considerablemente menor.

“El manejo de bosques resilientes, la eliminación de combustibles forestales y la preparación de entornos son, entre otras, medidas preventivas muy relevantes”, señala Rojas.

Más del 50% de los territorios integrados a la red no registró incendios en los últimos ciclos, y más de 90 comités completaron cinco años sin siniestros.

Desafíos futuros y consolidación de una cultura resiliente

El escenario global impone nuevos desafíos. Según el último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), con un aumento de 4°C en la temperatura del planeta, la superficie quemada podría incrementarse hasta en un 70%. En este contexto, la compañía considera que actuar durante el invierno es tan crucial como reaccionar en verano.

La estrategia de ARAUCO ha madurado, pero se proyectan nuevas metas: ampliar el alcance a zonas urbanas, fortalecer la resiliencia del paisaje, incorporar inteligencia climática, seguir profesionalizando las brigadas y consolidar una cultura preventiva transversal.

“La apuesta de la compañía es clara: anticiparse, no solo responder”, sostiene Rojas. “No se trata solo de apagar incendios, sino de proteger vidas, ecosistemas y futuro”.

A pesar de los avances, el desafío continúa. El cambio climático seguirá intensificando los riesgos y empujando a las empresas a adaptarse constantemente. En este camino, ARAUCO proyecta una nueva etapa basada en más ciencia aplicada, mayor articulación normativa y expansión del enfoque territorial. Actualmente, trabaja con universidades y desarrolla pilotos de innovación junto a entidades internacionales.

“El desafío será gestionar la vegetación frente al cambio climático, fortalecer la resiliencia del paisaje forestal y mantener alianzas público-privadas. Queremos consolidar una cultura de prevención transversal y escalar el modelo territorial a nivel nacional”, concluye Figueroa.

Ese es el nuevo paradigma. Y esa es la historia de una transformación que hoy está marcando la diferencia.

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